Acabo de leer este artículo de Fortune (https://fortune.com/2025/08/21/an-mit-report-that-95-of-ai-pilots-fail-spooked-investors-but-the-reason-why-those-pilots-failed-is-what-should-make-the-c-suite-anxious/) –basado en un reporte del MIT– que revela que 95 % de los pilotos de inteligencia artificial no alcanzan el resultado esperado. Lo que de verdad preocupa es el motivo: no es la tecnología la que falla, sino cómo la implementamos, cómo la integramos en procesos y cómo preparamos al equipo humano para su adopción.
Si trasladamos esta idea al mundo de los proyectos tradicionales —ya sea en tecnología, modelos de negocio o transformación organizacional— la falla tiende a tener raíces similares. La herramienta es una poderosa facilitadora, pero no lo es todo.
Aquí es donde el talento humano sigue siendo el mayor diferencial, para bien… o para mal. Es lo que puede hacer que un proyecto sea excepcional o termine fracasando.
Dos tips clave que complementan esta reflexión:
- Datos y calidad de datos:
La calidad de la información que alimenta las decisiones lo es todo. Sin datos confiables, cualquier análisis, modelo o estrategia está condenado. Pero aún con buenos datos, si no sabes presentarlos ni contextualizarlos, se pierde su valor. - La forma importa tanto como el fondo:
Una presentación impecable pero con datos defectuosos no sirve de nada. Del mismo modo, unos datos excelentes mal presentados se diluyen. Saber contar la historia que hay detrás de los datos es clave para la toma de decisiones: sin narrativa clara y relevante, el impacto se pierde.
🔍 En resumen, la tecnología es un habilitador, pero sigue siendo el factor humano el que hace la diferencia. La preparación, el pensamiento crítico, la capacidad de presentar y dar sentido a la información son los verdaderos pilares del éxito —más allá de la última herramienta o la mejor IA.
¡Espero que esta reflexión te inspire tanto como a mí!
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